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Por su contenido rico en antioxidantes, puede contribuir a la reducción del estrés oxidativo promovido por los radicales libres y también a la reducción de la inflamación. Gracias a estos efectos, los antioxidantes ayudan a prevenir la aparición de enfermedades crónicas.
El consumo de estas semillas se asocia con síntomas mejorados de hiperplasia prostática benigna (próstata agrandada). Además, los suplementos que contienen extracto de semilla de calabaza pueden ser útiles para aliviar los síntomas de la vejiga hiperactiva.
Comer semillas de calabaza con linaza puede ayudar a la salud renal gracias a su contenido de Omega-3 y Omega-6.
Las semillas de calabaza y el aceite de semilla de calabaza pueden ayudar a reducir la presión arterial y mejorar los niveles de grasa y colesterol en la sangre. Por lo tanto, ayudan a reducir el riesgo cardiovascular.
Las semillas de calabaza contienen una gran cantidad de triptófano, un aminoácido procedente de la composición de proteínas que el organismo convierte en serotonina (hormona de la felicidad) y melatonina (hormona del sueño). Por lo tanto, puede prevenir el insomnio. Además, gracias a su alto contenido en magnesio se puede mejorar la calidad del sueño.
Una ingesta alta de magnesio se asocia con una alta densidad ósea, mientras que una ingesta insuficiente aumenta el riesgo de osteoporosis. Una porción de semillas de calabaza cubre el 37 % del requerimiento diario de magnesio. Así, contribuye a la protección de la salud ósea.
Por ser ricas en fibra, estas semillas mejoran el tránsito intestinal y prolongan la sensación de saciedad. Además, las dietas ricas en fibra protegen al organismo de ciertas enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2.
Las semillas de calabaza son una fuente importante de vitamina E, que desempeña un papel en la inmunidad. Además, los ácidos grasos Omega-3 reducen la inflamación y están involucrados en ciertos mecanismos celulares del sistema inmunológico.